Aborto y darwinismo social en la mira del Constitucional
/El reputado científico constató espantado que su teoría convertía al salvajismo y la crueldad del reino animal en una suerte de “providencia”. Inexplicablemente al intentar probar su hipótesis, el movimiento conductor que conducía a la Creación, tal como se observa a presente, era la inmoralidad reinante en el mundo animal.
A finales del XIX algunos decidieron llevar tales postulados al mundo de la ética y la política en las nacientes ciencias sociales en Europa y América. Vino tal que anillo al dedo como andamio intelectual de un capitalismo que venía produciendo estragos en Inglaterra y centroeuropa casi un siglo, y que no acababa de encontrar una justificación ética.
La tesis es muy sencilla. El más fuerte sobrevive, permanece. Si en el mundo animal esto ha dado origen a unas especies tan bellas dotadas de órganos y funciones tan complejas, a partir de organimos primigenios elementales, lo mismo puede ocurrir al ser humano y a los pueblos, razas, sociedades anónimas…
El darwinismo social es lo contrario de la solidaridad, lo contrario de la humanidad, de la comunidad, del sindicato.
El darwinismo social es una sentencia aquí y ahora. Es la cultura del descarte. Es el poderoso firmando la sentencia del juicio final en nombre de una teología secularizada, ya sea ésta biología, derecho positivo, o nacionalsocialismo.
El darwinismo social es un tribunal constitucional diciendo que los no-nacidos no forman parte de ese “todos” del artículo 15 de la constitución española que dice «todos tienen derecho a la vida». Los no-nacidos son así declarados vidas infrahumanas.
La tragedia está a la vuelta de la esquina.